Parece que me estoy enamorando de esta ciudad...

No de ella en sí misma, sino de ella como fascinante espacio de expresión por todas partes.
No de ella, sino de mí recorriéndola y descubriéndola como Alicia a las maravillas.

Hoy, domingo cultural, me he sentado en un café y por allí pasaron actores, periodistas, artistas y gente de la tele. Luego caminé hacia una librería... y ahí, simple y cotidianamente, Lemebel, como si nada, conversando de ayeres y amistades.

"Frutillas con crema", ¿quién puede llamarse así?
Un mimo que habla, que se burla del mundo y de él mismo, que hace malabares y entrega sonrisas a quienes vamos apilándonos ahí, como si no hubiera tanta bulla, tantos hippies, punks, músicos, miles de adolencentes que buscan la revolución, mascotas y pacos... todos juntos polulando entre los árboles milenarios.

Soy una provinciana, pero soy mucho más grande que muchos de los que semanalmente vienen aqui, porque me maravillo con los colores, porque me asustan los ruidos urbanos, porque disfruto de los pasos y la brisa, porque puedo mirar con los ojos de extranjera, que se guarda en la memoria las imágenes plagadas de emociones y, por lo menos aún, no tengo la sensación de haberlo visto todo.