Quiero Vivir en la Ciudad de los Elfos...
Aún cuando no sea Inmortal !!!
Hoy tiene sentido la consigna que da vida y cuerpo a este espacio vitual.
La ciudad de los Elfos, graficada magistralmente en el Señor de los Anillos, fantástica imágen que hizo que volara dentro de la pantalla del cine para sentirme ahí, en medio de las cascadas, los prados cubiertos por verdes alfombras y los acantilados severos pero amigables.
Jugar con la realidad y la ficción se vuelve una ironía, como jugar con la vida y la muerte... Esta última, única certeza real que el ser humano (a lo menos) tiene en toda su corta vida.
Estos días, gracias al gran Fernándo Sabater, me he ido preguntándo al rítmo de los vagones del metro... ¿Qué quiero? ¿Qué necesito? ¿Quién soy? y con lo único que es humanamente claro, me aferro cual perla a la ostra, a esta vida. Sin embargo, consciente de que a los ojos de lo material, mis únicos haberes son inmateriales, puedo decir que tengo NADA, asi de simple y rotúndo.
Lo único importante, de la vida, mi vida, son las cosas inmateriales: El amor a mi madre testaruda y miedosa, a mi familia, a las bellas princesas chicas, a los recuerdos debajo del palto. Lo que tengo, es lo que he ido coleccionándo con los años... historias, fotografías, paisajes, momentos, sonrisas, conversas y rostros... rostros de almas que han hecho de mi vida un espacio de sentido.
Y hoy, con todo lo que implica, decido hacer un nuevo viaje, pequeño pero valioso como todas otras tantas travesías, pero certero y arriesgado como pocos. Y vuelvo a los cuestionamientos de la vida/muerte... "-Estás loca, no puedes arriesgarte de esa manera-". Entonces viene a mí esta maravillosa declaración de arraigo de Charles Lamb:
“No bastan las metáforas para endulzar el amargo trago de la muerte. Me niego a ser llevado por la marea que suavemente conduce la vida humana a la inmortalidad y me desagrada el inevitable curso del destino. Estoy enamorado de esta verde tierra; del rostro de la ciudad y del rostro de los campos; de las inefables soledades rurales y de la dulce protección de las calles. Levantaría aquí mi tabernáculo. (…) No quiero caer en la tumba, como un fruto maduro. Toda alteración de este mundo mío me desconcierta y me confunde. Mis dioses lares están terriblemente fijos y no se desarraigan sin sangre. (…) El sol y e cielo y la brisa y las caminatas solitarias y las vacaciones veraniegas y el verdor de los campos y los deliciosos jugos de las carnes y de los pescados y los amigos, y la copa cordial y la luz de las velas las conversaciones junto al fuego y las inocentes vanidades y las bromas y la ironía misma, ¿Todo esto se va con la vida? ¡Y vosotros, mis placeres de medía noche, mis infolios! ¿Habré de renunciar al intenso deleite de abrazaros? ¿Me llegará el conocimiento, si es que me llega, por un incómodo ejercicio de intuición y no ya por esta querida costumbre de la lectura?”.
No me voy, al menos sin mi propio consentimiento, pero si alguna vez debiera irme sin mi aviso, declaro una vez más: "He Vivido!!!" y he sido feliz en todos los momentos aún estando en las profundidades del llanto desesperado. Adoro la vida, la media noche, la madrugada y los atardeceres. La luna llena y el sol cayendo en el ocaso del naranja Pacífico.
Sin embargo, aún con todo esto, sé que de todas formas vivo, aún cuando sea en el instante fugaz del recuerdo de un pasajero casual de esta tierra, porque... (La) “eternidad” es la de quien ha existido una vez, por fugazmente que sea: el presente de su vida no lo podrá borrar ni la existencia pasada ni la aniquilación del porvenir… La vida es transitoria, pero quien ha vivido, vivió para siempre. (La Vida Eterna, Fernando Sabater)
Entonces, hoy que emprendo un nuevo círculo, me quedo dejándo la paradoja más importante de la vida: la muerte! que técnicamente es la certeza más pronta que tenemos cada día al levantarnos.
Como dice Sanz (bajando al subsuelo desde los filósofos antes señalados), “Vivir es lo más peligroso que tiene la vida" creo sensato ver con mis propios ojos la copia más cercana de la sudamericana ciudad de los elfos, y hacer del Titicaca el embarcadero que alguna vez me llevará al "otro" mundo de la vida eterna.
Volveré cargada de historias, fotos y recuerdos... sin picadura de mosquitos y con un nueva aventura para compartir... deseo que me deseen un buen viaje.
Abrazos, sonrisas y jugo de mango... para todos los visitantes.
