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lunes, septiembre 12, 2005
DEL DOLOR AL COLOR


¿Cuánto nos demoramos en tomar una decisión, en olvidar los prejuicios, en perder el pudor?

(Quizás soy, o era, de las que se demora mucho, a veces demasiado, perdiéndose en laberintos pantanosos que atrapan y confunden).

Hoy fue un gran día, las cosas hoy fueron distintas, distintas a todo lo que las mujeres hacemos cotidianamente dentro o fuera de la casa, distinto a lo que se espera de nosotras, distinto incluso de lo que soñamos alguna vez llegar a hacer. Hoy fue un día diferente en los colores de Alto Hospicio.

Eramos un grupo de féminas ansiosas y nerviosas, muertas de miedo, llenas de espanto y ganas, una mezcla que no se entiende pero se percibe.

Hacía meses que esperábamos este evento, hacía meses que nos preparábamos, que comentamos a nuestras familias, a nuestras parejas, a los amigos. Queríamos algo que no sabíamos expresar con palabras, queríamos ser destellos de astros en la tierra, queríamos dejar las huellas de una figura propia, única, personal, auténtica.

Llegamos como gotas que caen de las nubes, riéndonos solas, bromeando con los efectos y defectos de nuestros cuerpos.

Nos pusimos de acuerdo en como llegaríamos, como nos desnudaríamos, en como nos pintaríamos unas con otras antes de llegar hasta los artistas, en como queríamos los colores estampados en nuestra piel.

Llegaron los pintores, todos juntos y bulliciosos que parecían más que nosotras. Todo parecía tan normal, que caminar en toalla por ese patio colegial con tantas historias fue casi como estar entrando a nuestros dormitorios.

Una sala llena de témperas, de cremas y pinceles; ojos que fingían indiferencia, un prejuicio que duró un minuto y se fue con el primer brochazo de color... y se nos olvidaron los planes, los nervios, el frío, las recriminaciones, el espanto y el dolor.

Dejamos de ser mujeres, incluso más; dejamos de ser humanas para volvernos aire, viento, flores, agua, cielo, nubes, fuego, pasión, esperanza, llanto. Nos transformamos en poesía grabada en la piel y nos entregamos a los pinceles que fueron formando las historias que cada una quiso representar en la piel, en los años, en las marcas, en las historias de hijos, de amores, de placeres y desencantos.

Y fuimos hadas y princesas, modelos de flashes y portadas.

Fuimos libres, fuimos bellas, fuimos felices de ser y hacer; de estar desnudas, no del cuerpo, sino de los años de tanta ropa, de los pudores de tantas noches, de los reclamos infantiles, de los dolores y las cicatrices, de las lágrimas, de los desencantos, de las historias sin finales felices, de los planes incumplidos, de los hombres olvidados, de la vida y los años... en fin, fuimos libres de nosotras mismas y nos convertimos en mariposas multicolores de un cielo claro y limpio.




Ha llegado la primavera y están floreciendo los tulipanes.

Sábado 10 de septiembre, 2005.
 
posted by Victoria Lantter at 4:00 p. m., |

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