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miércoles, marzo 10, 2010

El último día…

Una vuelta por la manzana me sirvió para pensar en el día que escuché las palabras: “elecciones, parlamento, presidente democrático”, y yo no lograba entender porqué la nueva persona que sería el nuevo “jefe” del país usaba corbata y no uniforme… pero como en mi casa había un asado familiar y todos contaban historias raras, yo no llegué a preguntar nada.

Sólo luego de marcharme al norte y pasados los meses (quizás un par de años), comencé a saber gran parte de la historia, que nunca ni siquiera escuché por casualidad, escondida allá en el campo entre paltos y terneros. Yo no sé que cara ponía, pero claramente era una provinciana ignorante de muchas y muchas historias más bien tristes.

Por esas vueltas de la vida, me enteré que en mí habían dudas y ganas de “estar ahí”, quizás por haber tenido una vida tan alejada de la realidad o por simple choreza de meterme en las patas de los equinos (que bien los conococeré yo).

Por esos años, un poco con el cuore medio agrietado, salí a hacer campaña por la primera mujer que competía por el tricolor presidencial, y lo hice con la convicción, la fuerza, la confianza y las ganas de saberme representada. Hasta hoy en mi familia me molestan porque se acuerdan que le enseñé a mis primas chicas a cantar: “Estoy Contigo, Michelle”… y mis tíos (UDIs deslavados y desinformados), me creen comunista y me enfrentan cuando tienen esas copitas de buen tinto demás.

No podía ser de otra manera, si a la pobre y carismática presi le pasó de todo, desde el transantiasco y la revolución pingüina, hasta el terremoto 8.8 en el año del Bicentenario, y que jué! No digamos que será recordada como una gran estratega, ni como la de grandes obras de cemento, sino más bien, como mencionaba hoy una amiga, por la imposición de la “Cariñocracia”, nueva forma de gobernar que impuso a punta de sonrisas y lágrimas.

Como algunos, también creo que fue justo a tiempo que esta mujer, la primera en Latinoamérica, vino a poner algunas semillitas de justicia social, que espero, las dejen germinar en los años venideros.

Desde el punto de vista masculino, hizo todo o casi todo, mal; no fue práctica, ni precisa a veces, ni concreta, ni certera, ni radical… pues como no, si es mina, como todas nosotras. Pero por lo mismo, hoy se despido con el 84% de aprobación, con todas esas debilidades y errores, se va y nos deja con una inmensa sensación de perder el abrazo materno, esa dulzura que genera un dejo de protección (quizás ficticio).

Todo vuelve a comenzar… o empieza a terminar, quien pudiera saberlo.

Hoy es una tibia noche, tranquila a pesar de que la tierra se mueve cada tantos minutos, pero ya casi me acostumbro a ello, al silencio, al eco, a la brisa fría de mi ventana.

Mañana es otro día, bien lo sabré yo, gaviota de espirales.

 
posted by Victoria Lantter at 6:53 p. m., | 1 comments