Tesoros y Manías


En estos días de lluvia, me puse a pensar en todo lo que atesoro y todas mis manías (que ambos son hartos).

De puro aburrida que estaba, me puse a sacar la cuenta de cuántas piedritas he ido acumulándo a lo largo del tiempo, todas traídas de cuanto lugar nuevo piso. De la punta del cerro o del fondo del río saco alguna para traérmela a casa y meterla en una bolsita con su respectivo lugar y fecha.

Siempre creo que alguna vez será de lujo tenerlas y adornarán algún lugar especial del que sea mi hogar.

Tengo además una gran colección de etiquetas de todo tipo, las junto por monotonía desde hace años; una vez me robé una de lata de conserva del año 1900 desde los archivos de Tarapacá (esto es un secreto, así que no le cuenten a nadie).

También tengo un crucifijo que me regaló un hombre muy querido, y me dijo que lo mantuviera siempre conmigo para que me cuidara. Con lo gitana que he sido en la vida, siempre lo he llevado y figura en cada puerta donde he vivido los últimos 5 años.

Tengo muchas cajitas, grandes, medianas, chicas y enanas… eso se lo copié a una amiga que tenía la costumbre de guardar profilácticos en muchas de ellas porque siempre se le olvidaba “ese” pequeño detalle. Ahora están (siguen) envaladas… a veces las extraño sobre mi velador.

Lo otro que junto son libros, y libros, y más libros. Algunos nunca han sido abiertos siquiera, pero ahí están, porque simplemente no resisto cuando paso frente a alguno y me he tenido que devolver a la tienda a puro comprarlo porque no pude seguir caminándo. Es una locura, pero es real y me encanta que así sea.

Antes coleccionaba tonteras… o sea… de todo!!! cosas inimaginables como botones, lápices sin pasta o cintas de regalo. Con el tiempo he ido desprendiéndome de tanto cachureo y ha sido hasta una descarga psicológica.

Tengo pocas manías… No! en realidad son varias, pero las llevo sin ansiedad.

Por ejemplo, no puedo dormir con puertas o cajones abiertos, o cortinas semi-cerradas o luces, tele, o radio prendidas… a no ser que estuviera muy requetecansada, pero en general, no puedo.

De un tiempo a esta parte, cuando me gusta una canción, la escucho 21 veces (ahora me dio con una de la Fran Valenzuela, la semana pasada fueron los Ataque 77, y así de variado).

Odio los ronquidos, tanto como la fiebre, los dolores de cabeza y el jenjibre.

Me puede faltar cualquier cosa, pero estar más de 3 días sin una pinza me desespera sobremanera… ni siquiera es porque sea tan peluda, sino más bien, porque me entretengo y me relaja sentarme al sol a desplumarme.

Pienso en las conversaciones antes de tenerlas, armo las frases, cambio las palabras si no suenan bien y pienso en qué posición tendré cuando diga tal o cual palabra. Me imagino el contexto y las posibles respuestas, así que elaboro al menos dos tipos de salidas por si el receptor improvisara con algo que no pensé. Hago lo mismo con situación de la vida diaria, por ejemplo, si pasa un auto muy rápido, yo soy capaz de ver como choca en la esquina, como saltan los vidrios y la reacción de la gente que va pasando al frente… alucino!!! Siempre alucino con ese tipo de cosas.

Como verán, mis tesoros son sencillos y pequeños, y mis manías grandes y ridículas.

Quisiera imaginar como serán los tesoros y las manías de mis amigos.