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jueves, agosto 10, 2006
Los mercados
“Caminando se encuentran los caminos de uno mismo”
(A. Lerner)

Hoy caminé por Santiago, visité tiendas y me entretuve con los mimos, los ambulantes y las danzas de cada esquina. Pero seguí caminando, incluso más allá del límite autopermitido, y de pronto, allí, el Mercado central capitalino, el de la novela y las historias.

Mi sonrisa automática, mis pies ansiosos y mi manía de descubrirlo todo me llevaron rápidamente hacia sus pasillos, que de tanta gente, me parecían muy pequeño para mis ganas de recorrerlos muchas veces.

Este mercado debe ser el más extraño que he visitado, todo era perfecto y limpio, todos eran extranjeros, toda la comida era cara y exclusiva, pero era el mercado, con su música de guitarras, con sus cilantros y filetes de pescado; con sus garzones, un tanto más guapos que los corrientes, pero garzones de mercado al fin.

Entre el bullicio y mi corazón alborotado, las empanadas de marisco de la escena fueron buenas compañeras de pensamiento para reflexionar: ¿Dónde estoy?, no lo sé, podría haber estado en cualquier mercado del mundo, en cualquier momento de mi vida y seguiría sintiendo la misma alegría, la misma fascinación por ese lugar, porque me he maravillado al descubrir que entre tantos sueños y proyectos de vida que se me han pasado por mi cabeza, surge mi veta “antropofotoviajera” (antropológica: descubrir todo y entender desde la historia, mirar, tocar, estar allí. Fotográfica: querer registrar todo, guardar miles de imágenes para congelar sentimientos y emociones. Viajera: buscar aventuras recorriendo el mundo, aprehendiendo cada olor, cada sabor, cada sensación).

Heme aquí descubriendo una de mis búsquedas: salir a buscar y encontrar las maravillas de cada lugar, recorres los mercados con sus especies, como las gallinas apiladas de Arequipa, los mimbres de San Felipe, los ajos de Iquique, las flores de madera de Villarrica, las mariposas encuadradas de Cuzco, los pescaditos de arcilla de Pomaire, los choclos con queso del Valle Sagrado, las hojas de coca de Arica, los cobres pintados de Valparaíso.

Los mercados… es tomar mi vida y querer dejarlo todo, arriesgarlo todo, incluso el futuro y el amor, las sonrisas de mis niñas y el hombre de mis sueños que anda extraviado por ahí. Partir por fin, sin miedo, sin nostalgia, sin dudas y hasta sin compañero de viaje.

Podría pasarme la vida recorriendo mercados de pueblos perdidos, mercados de ciudades recónditas y fantasmas. Mercados que son el alma de comunidades y vidas que depositan allí la identidad de su historia, de sus años cansados y viejos como las piedras.

Los mercados y yo sonriéndole a cada uno de ellos, buscando secretos y admirándolo todo, fotografiando detalles, disfrutando olores, descubriendo nuevos colores, aprendiendo de cada uno de ellos.

Los mercados, su historia y su vida, yo brindando por ellos.
 
posted by Victoria Lantter at 2:15 p. m., |

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