El inicio del fin de la relación Estado - Sociedad: La Trágica muerte de la confianza
lunes, agosto 31, 2015
Escucho “sacar,
sacar, sacar la basura sacar” … y pienso en el caos esparcido por el
territorio, por la patria linda y mal planificada, en la arena amarilla y
caliente del norte, que nada tiene que ver con los ríos de lodo que atraviesan
avenidas.
Y todo esto me
parece tan excéntrico, pero tan obvio a la vez, no sé si por mi afán de leer
predicciones del horóscopo chino, o por mi interés superfluo por el esoterismo,
que me hace recordad la gran cantidad de veces que escuché que estos años
serían de “extremos”, que habrían grandes incendios, grandes inundaciones (se
decía que serían en el sur en esos momentos) y que era el tiempo de sacar
afuera, de desatapar las ollas, de las revelaciones, de las verdades.
Se me figura el
reventón de una espinilla… ya sé que el ejemplo no es muy estético, pero es la
única analogía que logro hacer.
Por un lado la
cosa física… explota todo, el volcán, el cielo, los mares, los ríos. La sequía
se vuelve inundación, lo verde se transforma en humo negro, el desierto en
barro, el bosque en desierto.
Cae la sublime
capa de la confianza social, de un día para otro descubrimos que “son todos
narcos”, corruptos, tránsfugas, arreglados. De un rato para otro perdemos las
certezas, ya no podemos confiar ni en la naturaleza, ni en la sociedad, ni en
el Estado, ni en la prensa, ni en el vecino del ascensor que te saluda sin
expresión.
Hace años hice
mi tesis con el tema de la pérdida de las certidumbres por la influencia de
nuevos patrones socioculturales… y eso era el año 2004! Donde yo misma
planteaba que las nuevas influencias (por los medios de comunicación masiva, la
publicidad, las modas, los radicalismos religiosos, etc.) generaba seres
desarraigados, con exceso de información pero falta de “formación”, donde los
valores se relativizan y los extremos se profundizan; donde tenemos una tan
amplia gama de información, que hace muy difícil lograr el entendimiento y
menos aún, el conocimiento.
Y es como si me
hubiera sentado debajo del palto a mirar cómo pasa al frente todo lo que un día
describí teóricamente… ¡el día ha llegado!
Y no hay como defender la bella labor del
servicio público, ni como devolver la confianza, ni siquiera pedir que se crea
la verdad, porque la verdad se ha vuelto particular, personal, subjetiva; y
nada se puede hacer para defenderla. Hoy se ha impuesto la duda, el sentido
común está totalmente esparcido por el piso, pisoteado y roto; porque lo común
para unos no es ni por lejos, lo que es para otros.
La sensación que
me queda (o el consuelo), es que primero, esto debía pasar y se veía venir; lo
segundo, es que una vez eliminada la pus, se desinfecta la herida y se comienza
a sanar.
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