domingo, abril 22, 2007

Argentina, Argentina...

"El aroma de un buen vino,
es como el alma de un buen Tango".

Hoy es domingo, algo de abril... 2007

Hace frío, mucho para mi gusto.

Hoy estoy sola, en un ciber de por ahí luego de los siempre reconfortantes sushis maipucinos.

Me acompaña sólo un amigo, que paradójicamente está a 2.000 km. de distancia de mí.

Quiero recordar un poco más mis vacaciones, quiero alargar la sensación de la Patagonía, quiero sentir el pesado aire bonaerense virtualmente, quiero soñar con que el tiempo se alarga tanto como para alcanzar a hacerme amiga de Noé, Olivier y Catalina, quiero creer que pude quedarme horas en El Ateneo disfrutándo de miles de libros y cafés, quiero sentir que volveré mil veces a los lugares donde estuve alguna ves.

Tal ves quisiera también volver a Machu Picchu, a las 6 de la mañana, avanzando junto con el sol que se reflejaba majestuoso en las murallas echas de piedra sobre piedra, de sudores y dolores quechuas.

Y por que no también volver al Titicaca... a la isla Tequile donde los hombres caminaban tejiendo todo el día y las mujeres vendían en la feria, rodeados de agua sobre los 360º grados a la redonda, casi en medio de la nada.

Y a Mamiña, ese pueblito perdido en medio de Tarapacá que albergó mi pena un día y también me regaló un sueño lleno de estrellas sumergida en el agua caliente olor a azufre.

A la casa de Neruda en Valparaíso, con sus botellitas y recovecos... traídos con fondos de todos los chilenos de tanto andar de país en país gracias a la diplomacía, pero que quizás fue lo mejor que le pudo haber pasado a esos objetos excéntricos y múltiples.