jueves, diciembre 24, 2009
Navidad...
Otra vez... una vez más como cada 365 días.
Me decía un amigo en la mañana que este año no debo pedir nada, porque el viejo pascuero ya me trajo mi regalo, por ende, sólo debiera agradecer. Y la verdad, es que tiene toda la razón, este año la noche buena será para sonreir y guardar silencio, pensar en mi familia y planear el futuro.
Han pasado muchos días y esta ciudad se volvió calurosa, la gente aglomerada en los espacios que antes estaban vacíos.
Vivo en un departamento nuevo, en otra comuna con más ruido pero más espacio para hacer cosas entretenidas. El eco ha sido el compañero por semanas, sin embargo, de a poquito, los espacios se van llenándo de nuevas historias y cosquillas en la guata.
Estoy contenta y algo nerviosa, pues la vida me ha regalado unos ojitos lindos que me sorprenden cada día como arlequín regalón que ha decidido acompañarme, y yo, pues juego con sus trucos y avanzo sin pensar demasiado.
Agradezco también a las hadas locas, que llenan mis días de palabras y cariño.
Las sonrisas de un maipú revuelto que hacen que los días se pasen más rápidos y que, al final, siga valiendo la pena el viaje diario.
Feliz Navidad, a aquellos que vienen a visitar este espacio íntimo y a los que pasaron por simple casualidad.
La vida es un espiral,
que te alcanza,
que te cobija,
que a veces te ahoga,
pero siempre,
te lleva a alguna parte.
