miércoles, marzo 21, 2007
Quién sabe quien eres,
Quién sabe quien soy
Quién sabe dónde estamos
Quién sabe siquiera dónde esta Dios
Creo que la década de los treinta es un tanto complicada, si tuviera que definirla diría que desde los 25 en adelante sucede una suerte de catarsis colectiva, algo así como la segunda edad del pavo, en una ridícula idea de que nos vamos poniendo viejos, algunos se casan rápidamente, tienen hijos, cambian de trabajo, cambian el auto, se cambian de casa, algunos hasta se lanzan a la vida bohemia, harta cerveza, harto carrete, harta mina… o mino… y creen que con eso el tiempo pasará más lento. Y bueno, cuando llegan a los treinta se dan cuenta que estuvieron dándose vueltas como idiotas sin haber encontrado el rumbo.
Para los otros, esos que pasados los 25 tuvieron que afrontar todas las desilusiones, los quiebres, las frustraciones y ese replantearse para donde va la vida, llegan a los treinta con una clara convicción: “-Hoy sé lo que NO quiero ser-” Sin embargo, tendrás que haber pasado por la soledad, por el dolor, por la sensación de vacío, por saber qué es lo que debes dejar atrás, y obvio, por haberte hecho bolsas un par de veces buscando las respuestas sin haber logrado encontrado siquiera las preguntas.
Y lo primero que hay por resolver, es RECUPERAR, recuperarlo todo, tu familia a la cual has tenido medio abandonada, tus amigos de colegio, tus recuerdos de niño, tu casa, tu pueblo, tu ingenuidad. ¿Dónde has estado durante los últimos 12 años?, desde que probablemente te fuiste a estudiar, donde conociste nuevos amigos y un nuevo amor, donde te hiciste hombre o mujer, donde hasta te convenciste que ese era el mejor lugar para llamar “mi casa”.
Hoy, varios meses antes de cumplir 30, me encuentro saliendo de los cuestionamientos y llegando a la conclusión colectiva de que: HOY ES EL MOMENTO, hoy es tiempo de agradecer a la vida lo que me ha dado y de …. Hacerme la terapia que todos necesitamos alguna ves en la vida y nunca creemos necesitarla!!! Y recomenzar, como siempre, una ves más, feliz y tranquila, sin arrepentirme de nada ni de nadie, así… como hoy al cruzar la mirada con ese desconocido tan familiar. Ahí… en medio del ruido y la antipatía, aquí, en medio de mis libros y cajitas de todas partes.
Volver a esa niña que dejó de desear barbies porque son feas y de mentira, y buscar las muñecas de trapo que son cálidas y duran para siempre.
Volver, volver, volver…
Quién sabe quien soy
Quién sabe dónde estamos
Quién sabe siquiera dónde esta Dios
Creo que la década de los treinta es un tanto complicada, si tuviera que definirla diría que desde los 25 en adelante sucede una suerte de catarsis colectiva, algo así como la segunda edad del pavo, en una ridícula idea de que nos vamos poniendo viejos, algunos se casan rápidamente, tienen hijos, cambian de trabajo, cambian el auto, se cambian de casa, algunos hasta se lanzan a la vida bohemia, harta cerveza, harto carrete, harta mina… o mino… y creen que con eso el tiempo pasará más lento. Y bueno, cuando llegan a los treinta se dan cuenta que estuvieron dándose vueltas como idiotas sin haber encontrado el rumbo.
Para los otros, esos que pasados los 25 tuvieron que afrontar todas las desilusiones, los quiebres, las frustraciones y ese replantearse para donde va la vida, llegan a los treinta con una clara convicción: “-Hoy sé lo que NO quiero ser-” Sin embargo, tendrás que haber pasado por la soledad, por el dolor, por la sensación de vacío, por saber qué es lo que debes dejar atrás, y obvio, por haberte hecho bolsas un par de veces buscando las respuestas sin haber logrado encontrado siquiera las preguntas.
Y lo primero que hay por resolver, es RECUPERAR, recuperarlo todo, tu familia a la cual has tenido medio abandonada, tus amigos de colegio, tus recuerdos de niño, tu casa, tu pueblo, tu ingenuidad. ¿Dónde has estado durante los últimos 12 años?, desde que probablemente te fuiste a estudiar, donde conociste nuevos amigos y un nuevo amor, donde te hiciste hombre o mujer, donde hasta te convenciste que ese era el mejor lugar para llamar “mi casa”.
Hoy, varios meses antes de cumplir 30, me encuentro saliendo de los cuestionamientos y llegando a la conclusión colectiva de que: HOY ES EL MOMENTO, hoy es tiempo de agradecer a la vida lo que me ha dado y de …. Hacerme la terapia que todos necesitamos alguna ves en la vida y nunca creemos necesitarla!!! Y recomenzar, como siempre, una ves más, feliz y tranquila, sin arrepentirme de nada ni de nadie, así… como hoy al cruzar la mirada con ese desconocido tan familiar. Ahí… en medio del ruido y la antipatía, aquí, en medio de mis libros y cajitas de todas partes.
Volver a esa niña que dejó de desear barbies porque son feas y de mentira, y buscar las muñecas de trapo que son cálidas y duran para siempre.
Volver, volver, volver…
